miércoles, 1 de febrero de 2017

Brisa, explotar, morir.

Camino despacio por el acantilado. Aquí me casé hace diez años con Él. Yo tenía 15 Él 32 y me amó cómo se ama a quien has buscado siempre. Tenía los labios finos,  la boca amplia, la barbilla cuadrada y el pelo castaño. Yo era rubia muy rubia casi blanco mi pelo cuando lo vi por primera vez, yo vestía de azul.

Me folló en cada polvo cómo si fuese el último, explotando dentro de mí, dándome su energía sabiendome más Suya que mía.

Y me lo quitaron una noche, Él se fue con la guerra, con el fuego, con las enemistades. Su muerte nunca mereció la pena.

Ya no exploté más, ya no volví a sentir la brisa entre los mechones rubios de mi pelo liso. Ya no volví a sentirme de mi tierra, de las islas que él defendía y por las que murió.

Ahora camino aquí en el acantilado, la brisa es viento, el mar de bravura y el precipicio no me detiene. Un paso más y me abalanzo al vacío, caigo. Voy a morir.

Mi amor, te encontraré allí donde vayamos.

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